viernes, 19 de diciembre de 2014

DON ANTIAMOR


He conocido a Don Antiamor.
Lo he mirado de frente, lo he visto de lado y de espaldas.
He escuchado lo que dice y lo que quiere decir con lo que dice. Lo que dice demasiado alto y lo que repite hasta la saciedad como si las anteriores tres veces no lo hubiéramos escuchado.

Lo he visto con otros. Nunca antes de media tarde.
Lo he saludado y ha respondido.
He visto sus ojos desafiantes, he oído sus voces y fanfarronadas.
Lo he mirado de arriba abajo.

Lo he vuelto a mirar y no me ha intimidado. Lo he mirado y me ha dado pena. Inmensa pena.
He conocido a Don Antiamor y he visto que ese cuerpo duro es un caparazón.
Lo he escuchado y nunca he oído la palabra “amigo”, “familia” ni “cariño”.
Lo he mirado a los ojos y he visto un abismo.
Lo he visto con otros y me ha parecido que estaba muy solo.

Don Antiamor no es un tipo duro fanfarrón.
Es un niño pequeño asustado que no sabe cómo deshacer el nudo que tiene en el estómago.

Pobre Don Antiamor. Está aterrorizado.